Antecedentes
En los tiempos en que Mejillones, era boliviano, existía una compañía de ferrocarriles llamada Huanchaca. Esta se uniría en 1880, tras la guerra del pacífico con la Compañía de Salitres y Ferrocarril Antofagasta, para alargar las líneas férreas que ya existían en el pacífico hasta Bolivia. Tras años de lento trabajo, la compañía chilena se desmotivó. La compañía Boliviana entonces aprovechó la oportunidad de comprar y expandir su inversión en la zona, pero tras el lento avance y las pérdidas de capitales, se vio en la obligación de venderla. Es aquí cuando entra en la historia de Mejillones, la compañía inglesa Ferrocarril Antofagasta a Bolivia; hoy FCAB.
Entre 1906 y 1907 se desarrollan las negociaciones entre Harry Usher, administrador General del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia y el gobierno de Don Germán Riesco, presidente de Chile. Desde estas se aprobó la línea férrea, de Mejillones al km 35 de la línea principal. Es aquí cuando se construye la gran maestranza del Ferrocarril Antofagasta Bolivia, en Mejillones. Esta le dio, una fuente de progreso a la comunidad de Mejillones, por ejemplo en el abastecimiento de agua potable, o en la distribución de electricidad. Incluso dentro de la maestranza se vendía hielo para la comunidad, en épocas que no existían los refrigeradores. La maestranza cierra finalmente en la década de los 80`s.
El FCAB, ofrece sus instalaciones en Mejillones para espacios de veraneo de sus trabajadores. Así, también mantiene el servicio de único tren de pasajeros desde Chile (Calama) a Bolivia (Oruro).
En 1926 se decidió acometer la gran tarea, dado que numerosas locomotoras y carros se aproximaban al término de su vida útil, material que debía ser repuesto, como igualmente, se requería cambiar una gran cantidad de rieles y elementos de vía en Ramales y Desvíos. Uno de los mayores problemas lo constituyó la conversión a trocha metro de 61 locomotoras, 103 coches y 2.140 carros todo lo cual fue realizado en la Maestranza de Mejillones.
El viaje entre Mejillones y Antofagasta se realizo desde 1906 hasta 1918 por estación “La cumbre”, a unos 966 mts de altura, empalmándose en la estación “Prat” de la línea de F.C.A.B.
Según el itinerario de trenes el 1 de febrero de 1912, los trenes de pasajeros partían de la antigua estación de Mejillones, dentro del cierre del ferrocarril, llegando Antofagasta siempre por el sur. Desde Mejillones, las estaciones hacia Antofagasta eran las siguientes: pampa-canteras-desesperado-la cubre-Prat-Uribe-O’Higgins-Portezuelo-La Negra- Sargento Aldea-Carrizo-Playa Blanca-Antofagasta (Estación Bolívar). La longitud del ramal se hacía en un tiempo de cinco horas y quince minutos. El material rodante en ese entonces tenía frenos de mano, enganchados no automáticos y de descanso de bronces e sus ejes de ruedas, distribuyéndose palanqueros en los carros. Los carros cargados con salitre eran bajados por Prat hacia mejillones, al igual que el guano.
La estructura de los rieles era liviana 762 milímetros de ancho y los cuales pesaban 50lbs/yarda. La cual se comenzó a construir e 1904 y se concluyo el 1906. Al año 1913 se inicia el empalmarse con la estación intermedia de cerro moreno en tramo de 41 km, este ramal fue importante porque redujo las horas de viaje a dos horas y media.
En 1995 se restablece la línea original con los 49 kilómetros desmantelados anteriormente, pero esta vez, con estructura más pesada. Ahora con el fin de transportar acido sulfúrico hacia la plata Zaldívar.
El tren del reencuentro se realizo en octubre de 1994, cuyo propósito fue atraer a la gente (antiguos ferroviarios hacia el lugar que los cobijo durante tantos años junto a sus familia) y el año siguiente 1995 el tren volvió a correr por mejillones.
Existía el tren de recreo, que salía todos los domingos desde Antofagasta para el transporte de pasajeros que querían turistear en Mejillones. Al igual que el tren de computación donde eran vagones donde por dentro existían computadores.
Las locomotoras a vapor se han transformado con el tiempo en máquinas muy apreciadas principalmente por su particular modo de funcionamiento y porque marcaron una etapa importante dentro de la historia del ferrocarril a nivel mundial. Muchas de ellas forman parte del patrimonio histórico de ciudades y estas fueron también llamadas caballos de hierro que "por más de un siglo y cuarto recorrieron las desoladas pampas salitreras del norte chileno.
Relatos:
Luis Rivera Allende (20/05/1941)
“Yo llegué a Mejillones el año 1957, y tengo un vago recuerdo acerca del tren, ya que yo trabajé arriba del cerro y tenía relación con el transporte de guano, allí fue mi primer acercamiento de la línea férrea y el tren como transporte de carga, que se realizaba desde la caleta “Prado” hacia muelle Gibss Williams, debido a la carga de toneladas, el movimiento del ruedas, generaba un ruido ensordecedor, pero pasado los años el sonido pasaba desapercibido”.
Gloria Cortés Mourguez (30/06/1945)
“Nacida y criada en Mejillones, viví en la calle D 163 , y luego en la calle D 153, mi padre trabajaba en el ferrocarril Antofagasta – Bolivia , este nos llevaba a pasear en tren tres veces a la semana más o menos , que eran las tres salidas que hacia el tren durante la semana , si la memoria no me falla , el tren salía aproximadamente a las 7:30 am, el cual salía desde la estación de tren de Mejillones (lo que actualmente es donde está ubicada la radio Mejillones), nos levantábamos muy temprano ya que la estación se encontraba en el pueblo y debíamos caminar para llegar, la salida del tren la anunciaba un pito ensordecedor que era escuchado a gran distancia, seguido de una tocada de campana y finalmente el vapor que salía, cuando esto sucedía yo junto a mis hermanos corríamos para alcanzar el tren, y cuando ya estábamos dentro disfrutábamos del viaje, mirando el paisaje o jugando, era entretenido, conversaban los unos a los otros, mientras nosotros nos divertíamos jugando con los otros niños y niñas, ya más adulta, se mantuvo esa riqueza de la conversación , ya que ese medio de transporte era como el lugar de encuentro , y era lo único que cambiaba la rutina , y nos permitía salir de lo cotidiano, allí se sabían los chismes de Mejillones. También recuerdo el tren de carga que lo veíamos pasar, y se sentía esa especie de movimiento terrestre por la carga de guano que transportaba, me acuerdo que este era transportado por la calle actualmente llamada San Martín, cuya línea férrea no perduró en el tiempo y fue ocultada bajo las huellas pavimentadas. Es triste solo recordar aquellos hechos, porque el lugar donde vivía fue destruido, solo quedan las líneas férreas que relataran la existencia del tren y nuestros recuerdos otorgaran la vida de estos, aunque en 1994 se revivieron los recuerdos cuando pudimos volver a viajar dentro de los vagones, y reencontrarnos de nuevo”.
Florentino Novoa (08/08/1938)
“Comenzaré relatando sobre lo vivido en esa época, yo nací en la ciudad de Antofagasta, llegué a Mejillones a los 8 años de edad, y me tocó presenciar el ambiente que se vivía en el ferrocarril, los trenes de carga y los trenes de pasajeros, este tren de pasajeros solía salir tres veces a la semana, y tenía horarios de salida y llegada, los cuales se anunciaban por medio de un pitido, todavía
recuerdo a ese hombre alto hombre uniformado que luego pasaba por los asientos timbrando el boleto, en ese entonces era entretenido para mi viajar en tren , ya que existía la posibilidad de compartir, a pesar que los vagones se separaran por primera y segunda clase, yo viajaba en la segunda, era más entretenida por el hecho que existían dos bancas colocadas a lo largo en forma paralela permitiéndote ver a las demás personas frente a ti, que copuchaban y chismoseaban, siempre solía ver pasar al llamado “Agente viajero”, que era la persona a quien se le daban los encargos, ya que algunas personas no podían viajar, esta a veces pasaba vendiendo dulces , y siempre nos regalaba algunos. La más conocida fue Julia Céspedes, luego Lidia Barrios quien fue la última antes que cerraran el ferrocarril. Las experiencias inolvidables que nos llevaban como a otro mundo distinto del que vivíamos, eran las tres detenciones del tren a lo largo del viaje, el primero la pampa, luego cerro moreno, donde solíamos contemplar las arboledas de eucaliptus, y finalmente la parada del tren en Antofagasta, donde en cada una de ellas el tren se abastecía, y así nos permitían bajarnos durante este proceso. Para mí era muy fácil tomar el tren ya que este pasaba por afuera de la calle A, y no teníamos necesidad de ir hasta la estación.
Existían algunas historias tristes y desgarradoras, una de ellas fue la de Rosita Egaña una joven de 17 o 18 años, quien se había enamorado y no fue correspondida, quedando embarazada, esto atrajo la vista de las demás personas, que en ese tiempo era mal visto que una joven quedara embarazada y no tuviera un esposo, debido a su desesperación de no saber qué hacer, espero hasta el atardecer de un día que llegaba el tren de regreso de Antofagasta y se lanza sobre los rieles suicidándose.
Hoy en día el transporte no es el mismo, tu viajas y no tienes la capacidad de comunicarse como antes, ya que antes la gente era más unida, eso se extraña, lo bueno que se pudo recuperar un recuerdo de aquellos años como la locomotora que se encuentra ubicada en la plaza de calle Latorre, que al pasar delante de ella nos hace recordar nuestras vivencias pasadas”.
En Mejillones… Historias para no olvidar
“Doña Lucrecia como ya era habitual, había enviado a comprar el diario de la mañana a su nieta, para que ésta leyera las noticias del día. Le gustaba enterarse de los eventos culturales y de las personas que asistían a inauguraciones, entre otras actividades anunciadas en la sección de la vida social. La rubia jovencita de 15 años se acerco y le comenzó a leer los titulares del matutino.
- “Tren del reencuentro” Se invita a todas las personas que quieran participar del viaje en tren desde Antofagasta a Mejillones, qué este partirá desde la antigua estación de la calle bolívar este próximo sábado nueve a las 8:00 horas, el regreso esta previsto a las 18:00 horas. Los boletos son limitados y se encuentran a la venta en la Ilustre Municipalidad de Mejillones. Se invita a asistir vestidos a la usanza de los años veinte”- termino leyendo la curiosa invitación.
- ¡Abuelita! ¿Por qué no viajamos en el tren?, ¡Querida niña!, ¿No sabes lo grande que es i deseo de hacerlo? … han pasado largos años y esta oportunidad no la puedo dejar pasar…
-Abuela, ¡cuéntame sobre tu niñez!
-Fue en 1908 cuando mi padre llego a trabajar a la empresa del ferrocarril de Antofagasta Bolivia yo llegue con solo tres meses de vida. Por supuesto ese primer viaje lo hicimos en tren.
-Vivíamos en lo que se llamaba el cierre en las casas color verde agua de la calle E, el sector del ferrocarril era un recinto privado y estaba cercado por todos lados, había amplia vigilancia y resguardo en su interior. El único paso que conectaba con el sector del pueblo era la bajada de la estación, el portón se abría a las 7 de la mañana y se cerraba a las 8 de la noche. Una vez al mes mi padre nos llevaba de viaje a Antofagasta, era una alegría tan grande cuando esto sucedía. Lo esperábamos con ansias. Mi padre, como todo ferroviario, tenía la garantía de adquirir boletos a bajo costo, pero como era obrero, obtenía solamente pasajes para los coches de tercera y con los años logro los de segunda. Aprovechábamos el viaje del domingo, el tren partía a las 7 de la mañana y regresábamos a las 6 de la tarde del mismo día. Teníamos muy poco tiempo de disfrutar en la ciudad. La estación de Antofagasta se encontraba en calle bolívar, donde están ahora las oficinas de la gerencia del ferrocarril. Los trenes de pasajeros y de carga eran arrastrados por locomotoras a vapor con carbón chileno. Curiosamente muy pocos saben que el viaje se hacía por detrás de los cerros y se demoraba cinco horas. En la pampa se distribuían los carros, la estación se llamaba Prat y allí se concentraban todos los convoyes salitreros que debían bajar a los puertos de Mejillones y Antofagasta.
Temprano ese día domingo, las tres mujeres salieron rumbo a la estación del ferrocarril. En el andén, con gran tumulto de viajeros y familiares, se daban el saludo de despedida. Alegría y nostalgia desbordaba el ambiente. La locomotora dio u pitazo de advertencia y el conductor recorrió los seis coches informando que en cinco minutos más partirían. Bajo del último e hizo tocar su pito que anunciaba al maquinista por la salida. El ambiente que se vivía era de nostalgia por revivir alegremente los omentos de juventud y madurez de los viajeros. El conductor venia arcando los boletos con un sacabocados que dejaba una estrella en el agujero. El tren se había detenido un momento en la estación Prat, para separar los carros de carga que llevaba el tren. Estos serian reemplazado llevando unos nuevos de regreso a Mejillones. La gente al paso del tren saludaba el arribo de los visitantes; ingresó al sector de la estación Mejillones ante un tumulto alegre que esperaba a los viajeros. El tren se detuvo y los pasajeros comenzaron a bajar. En ese instante Lucrecia lloro como una niña chica recordando a sus padres y a sus amigos de infancia, sabiendo que sus almas rodeaban la estación cubriéndose de felicidad por reencontrarse después de tantos años”.
Conclusión:
Esta reminiscencia es la palabra clave, la cual se basa en una especie de flash back cuyo recorrido hacia el pasado va recopilando vivencias marcadas relacionadas con el tema del tren, que se venían a la mente de los relatantes en lapsus de tiempo.
Es así como comienza este viaje en el tiempo, subirse al tren (la memoria), que en esos tiempos le dio vida al pueblo, y recorrer pequeños trozos (recuerdos) de su historia. Se logra imaginar y escuchar la sensación de los trenes con su rechinar de los fierros y unos golpes que daba antes de partir, se viene el recuerdo de la nostalgia por revivir alegremente los momentos de aquellos tiempos.
Este retroceso se basaba en la permanencia de los cuerpos efímera mientras duraba el viaje , existía la contemplación del entorno como también saber que había más allá de esas ventanillas , una especie de asombro que luego se volvía cotidianeidad , los cuerpos transitantes y aglomerantes a la espera de la llegada del tren en las estaciones, luego la división de estos cuerpos separados por clases (primera , segunda o tercera) , pero aun así perduraba la comunicación y existía una apropiación del espacio , este era el lugar de encuentro.
Hoy solo serán imágenes grabadas en nuestra memoria, y que revividas en ocasiones como una película.
Luego el movimiento lento de los carros y vagones secuenciales que pasaba ante sus ojos, y se perdían a lo lejos.
Hoy no es más que una locomotora estática, colocada como monumento, que al pasar por ahí volverán a surgir aquellas historias de los viejos tiempos, produciéndose una transformación entre lo real y lo imaginado.
Ahora aquella estación de tren vacía, no parecida a esas estaciones llenas de pasajeros atareados y con prisas. Esta prácticamente en ruinas y cuesta creer que por allí pudiera pasar un tren ya que la mayoría de las vías han sido tapadas, y el ferrocarril ha sido en gran parte destruido, sin embargo, se conserva aquella magia que siempre han tenido ese tipo de lugares: cualquiera puede caminar y observar aquellos lugares e imaginarse entrar al mundo de lo imaginario.
Cabe destacar que actualmente podemos apreciar de aquel tren del regreso, gracias a un tren que hace unos años atrás funciono y permitió a los cuerpos, recordar y volver al pasado, así como también el tren tecnológico que posee computadores, produciéndose una metamorfosis del tren con respecto que en el pasado la entretención era la contemplación del exterior y la conversación, lo que ahora es una entretención que pierde la magia.
“El preámbulo anunciado de una nueva partida, nuevas caras, nuevas historias, para un mismo camino. Nuevas cargas, nuevos sueños, y entre risas y cuentos, una copa de un buen vino. Los mismos rieles, los mismos paisajes, las mismas estaciones. El mismo caminar inadvertido, de un viejo tren que poco a poco, inexorablemente se acerca al final de su destino”. Luis A. Caridad Ceballos.
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