El Área de Diseño de la Corporación Santo Tomás, con sus carreras de la Universidad Santo Tomás e Instituto Profesional Santo Tomás con el propósito de mantenerse unida y desarrollar criterios académicos comunes en todas las sedes a nivel nacional, desarrolla “Talleres en línea”, en esta la ocasión del Bicentenario se asume un proyecto editorial, para ello cada sede realiza un rescate de su entorno ferroviario creando con ello un documento editorial, los que se sumaran en la constitución de un “Libro objeto” como un homenaje a la silenciosa historia cotidiana de nuestro país.

El tema que se propone desarrollar es el Ferrocarril, es innegable la importancia que tuvo el ferrocarril en el desarrollo y progreso de nuestro país, ese rudimento mecánico alzando las banderas del progreso y la modernidad fue rompiendo nuestra cotidianeidad aún colonial de mediados del siglo XVIII, logro de verdaderas epopeyas ingenieriles, que mantuvo boquiabiertos a ciudadanos, campesinos, paisanos y provincianos durante casi un siglo y medio, convirtiéndose en la revelación monstruosa que anunció la llegada de la modernidad.

lunes, 25 de octubre de 2010

Francisca Córdova, Viña del Mar




La estación de Limache en 1904

La idea del ingeniero británico Guillermo Wheelwright de construir la línea férrea desde Valparaíso a Santiago, fue considerada positivamente por el Presidente de la República don Manuel Bulnes contando también con la aprobación del Ministro del Interior don Antonio Varas. El proyecto causó varias opiniones a favor y en contra en ese año de 1842. Estudiado por años y objeto de muchas consultas técnicas, solo fue enviado al congreso para su discusión el 23 de junio de 1847 y de inmediato tuvo la oposición de varios Senadores. Una de las opiniones, manifestaba: “El ferrocarril dará muerte y ruina a las empresas de birlochos, tropas, diligencias y carretas”. Sin embargo, a pesar de esta poca visionaria pero realista postura y luego de años de agotadora labor que sobrellevo también un costo en vidas humanas, la línea férrea llegó a Limache en 1856 y un año más tarde hizo su aparición en Quillota. Gracias a las donaciones de terrenos de parte de los señores de la Cerda, el ferrocarril trazó su trayecto por el lado oriente de la ciudad, a consecuencia de lo cual, se dio paso a la fundación del nuevo pueblo conocido hasta hoy como San Francisco de Limache.

El día de la llegada del Ferrocarril a Limache, el pueblo se desbordó, rebosante de expectación, en dirección a la estación pues muy pocos lograban imaginar cómo sería aquella maravilla de la tecnología moderna. A medida que la máquina se aproximaba al pueblo, fuertes pitazos anunciaban su cercanía asustando a muchos. Una vez en la estación, el gran monstruo de acero hizo correr a decenas de personas hacia la calle e incluso provocó desmayos en unos cuantos. Algunos, los más cuerdos, trataban de tranquilizar a los lugareños asegurando que no existía peligro alguno pues la máquina, que venía ornamentada con muchas flores, palmas y una gran bandera chilena, no podía escarpar del trazado de su línea. Por otra parte, las personas de la sociedad, parlamentarias, diplomáticas y demás autoridades, pasajeros en este primer viaje, animaban a la ciudadanía a subirse a sus carros. Pocos se atrevieron, solo los más valientes.

La estación de Limache, toda una novedad – 1904

La leche se enviaba diariamente desde la hacienda modelo de San José de Limache a Valparaíso por el primer tren diurno que salía de Quillota a las seis de la mañana, y que solían llamar "el tren de la leche" o "tren de Arratia", denominado así por su popular y comedido conductor, Basilio Arratia. El tren se detenía veinte minutos en Llai-Llai, siendo ésta la mitad exacta del trayecto. Aquí se ajustaban los trenes y se cambiaban los expresos. Los pasajeros aprovechaban esta parada para almorzar cazuela, pejerreyes fritos del estero de Rabuco o un bistec cuyano "aclimatado en los potreros de San Felipe o de los Andes." La locomotora, a su vez, aprovechaba para aprovisionarse de agua y carbón para producir el vapor, y de aceite de manteca, sebo, grasa preparada e hilazas para su engrase. También se reponían con gas y parafina los faroles que iluminaban los carros y estaciones. Tres cuartos de hora empleaba el tren en recorrer los 25 kms. que separaban la estación de Llai-Llai de la de Montenegro conocida como la estación de los quesos de cabra, pues esto era lo que se transaba en sus postigos.

Muchos pueblos cobraron real vida después de la construcción del ferrocarril y sus estaciones fueron lugar de pintorescos encuentros entre los pasajeros y los vendedores del tren. Descritas bajo la ágil pluma de Vicuña Mackenna, las estaciones son, antes de la llegada del tren, "un campamento de gitanos o de loros." Mujeres gordas o viejas cuidan "un celemín de canastos de uvas, empanadas, de huevos, de quesillos, de cebollas aliñadas con el picante ají, (...) mientras los rapazuelos empleados a tanto el peso en aquel comercio, acechan inquietos la aparición del tren. Al grito de uno o de varios: Máquina! Máquina! todos se lanzan a sus puestos y empuñan su porción de venta, perfilándose a lo largo de los carros con tanta destreza, que apenas ha sujetado el palanquero las últimas ruedas, en cada postigo hay un vendedor, y en todo el tren un concierto atronador de voces discordantes. ¿Quién quiere uvas? Bizcochuelos. El Ferrocarril de hoy! Un pollo cocido patroncito! Tunas! Tunas! quién lleva tunas. El Mercurio! Una botella de chicha! Un quesito de cabra. Agua, agua! ¿quién quiere agua?

"Pero al fin - prosigue Vicuña Mackenna - aquel mercado a la minute se hace con rebajas inverosímiles, porque en ninguna parte se evidencia con más energía el principio económico de la oferta y la demanda que en estas recovas al vapor. La bolsa de Londres está abierta seis horas. La de Quillota o Limache, sólo cinco minutos."

En la actualidad…

Limache es una estación ferroviaria terminal que forma parte del Metro de Valparaíso. Para esto se remodeló la antigua estación de Limache, inaugurada en 1856, siguiendo su línea arquitectónica.

En su entorno se encuentra la estación de buses que van hacia Olmué y diversas localidades de la comuna, además de estar en pleno sector comercial.

En esta estación fueron construidos los nuevos Talleres del Metro de Valparaíso (Infraestructura, Revisión, Especialidades y Mantenimiento), que ocupan 7.500 metros cuadrados.

En esta estación existen servicios integrados de combinación con buses hacia el sector de Limache Viejo y las ciudades de La Calera y Quillota.

La meta de Metro Valparaíso es seguir desarrollando el sistema de Bus + Metro, incorporando nuevas zonas de usuarios que se conecten a la red Metro y reciban los beneficios en términos de ahorro de dinero por concepto de tarifa en comparación a otros sistemas, ahorro de tiempo de viaje y de acceso a la seguridad y comodidad de Metro Valparaíso.

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