La estación de Limache fue donada por Don Ramón de la Cerda para los fines agrícolas e industriales, para asi transportar sus productos industriales de la antigua maestranza militar. La estación le dio una cara distinta a Limache produciendo comercio y mayor afluencia de turistas de otras comunas. Actualmente esta fue remodelada por la empresa MERVAL debido a la construcción del metro de Valparaíso otorgándole a Limache a Limache una nueva imagen de modernidad y progreso.
Estación de Limache 1904
La idea del ingeniero británico Guillermo Wheelwright de construir la línea férrea desde Valparaíso a Santiago, fue considerada positivamente por el Presidente de la República don Manuel Bulnes contando también con la aprobación del Ministro del Interior don Antonio Varas. El proyecto causó varias opiniones a favor y en contra en ese año de 1842. Estudiado por años y objeto de muchas consultas técnicas, solo fue enviado al congreso para su discusión el 23 de junio de 1847 y de inmediato tuvo la oposición de varios Senadores. Una de las opiniones, manifestaba: “El ferrocarril dará muerte y ruina a las empresas de birlochos, tropas, diligencias y carretas”. Sin embargo, a pesar de esta poca visionaria pero realista postura y luego de años de agotadora labor que sobrellevo también un costo en vidas humanas, la línea férrea llegó a Limache en 1856 y un año más tarde hizo su aparición en Quillota. Gracias a las donaciones de terrenos de parte de los señores de la Cerda, el ferrocarril trazó su trayecto por el lado oriente de la ciudad, a consecuencia de lo cual, se dio paso a la fundación del nuevo pueblo conocido hasta hoy como San Francisco de Limache.
El día de la llegada del Ferrocarril a Limache, el pueblo se desbordó, rebosante de expectación, en dirección a la estación pues muy pocos lograban imaginar cómo sería aquella maravilla de la tecnología moderna. A medida que la máquina se aproximaba al pueblo, fuertes pitazos anunciaban su cercanía asustando a muchos. Una vez en la estación, el gran monstruo de acero hizo correr a decenas de personas hacia la calle e incluso provocó desmayos en unos cuantos. Algunos, los más cuerdos, trataban de tranquilizar a los lugareños asegurando que no existía peligro alguno pues la máquina, que venía ornamentada con muchas flores, palmas y una gran bandera chilena, no podía escarpar del trazado de su línea. Por otra parte, las personas de la sociedad, parlamentarias, diplomáticas y demás autoridades, pasajeros en este primer viaje, animaban a la ciudadanía a subirse a sus carros. Pocos se atrevieron, solo los más valientes.
Antes de la construcción del ferrocarril, San Francisco de Limache era más que un espacio urbano un espacio natural poco a poco invadido por una economía colonial y hacendal. En este sentido, su integración comercial y su fundación urbana se desarrollan en gran parte de manera paralela.
En sus comienzos Limache tuvo actividades económicas ligadas a la tierra como la agricultura, la minería y la ganadería. Actualmente al caminar por las calles de Limache se puede apreciar una gran cantidad de negocios unos nuevos y otros con muchos años de antigüedad y con una gran historia que contar acerca de sus comienzos en Limache.
Limache se desarrolla a partir de la obra de José Tomás Urmeneta, el más acaudalado minero, industrial y empresario de mediados del siglo pasado, que compró estas tierras hacia 1860 y construyó grandes obras de canalización y regadío.
La ciudad esta ordenada en torno a una calle central, llamada Avenida Urmeneta en San Francisco, la cual tiene por ambos costados, enormes y frondosos plátanos orientales que se entrelazan en su parte superior formando un precioso arco de luz y sombras. Posee bellas casas-quintas del siglo pasado y de principios de siglo, que cariñosamente conservadas muestran sus espaciosas salas, amplios patios y jardines donde abundan palmeras de distintas especies.
Estación de Limache 1904
La idea del ingeniero británico Guillermo Wheelwright de construir la línea férrea desde Valparaíso a Santiago, fue considerada positivamente por el Presidente de la República don Manuel Bulnes contando también con la aprobación del Ministro del Interior don Antonio Varas. El proyecto causó varias opiniones a favor y en contra en ese año de 1842. Estudiado por años y objeto de muchas consultas técnicas, solo fue enviado al congreso para su discusión el 23 de junio de 1847 y de inmediato tuvo la oposición de varios Senadores. Una de las opiniones, manifestaba: “El ferrocarril dará muerte y ruina a las empresas de birlochos, tropas, diligencias y carretas”. Sin embargo, a pesar de esta poca visionaria pero realista postura y luego de años de agotadora labor que sobrellevo también un costo en vidas humanas, la línea férrea llegó a Limache en 1856 y un año más tarde hizo su aparición en Quillota. Gracias a las donaciones de terrenos de parte de los señores de la Cerda, el ferrocarril trazó su trayecto por el lado oriente de la ciudad, a consecuencia de lo cual, se dio paso a la fundación del nuevo pueblo conocido hasta hoy como San Francisco de Limache.
El día de la llegada del Ferrocarril a Limache, el pueblo se desbordó, rebosante de expectación, en dirección a la estación pues muy pocos lograban imaginar cómo sería aquella maravilla de la tecnología moderna. A medida que la máquina se aproximaba al pueblo, fuertes pitazos anunciaban su cercanía asustando a muchos. Una vez en la estación, el gran monstruo de acero hizo correr a decenas de personas hacia la calle e incluso provocó desmayos en unos cuantos. Algunos, los más cuerdos, trataban de tranquilizar a los lugareños asegurando que no existía peligro alguno pues la máquina, que venía ornamentada con muchas flores, palmas y una gran bandera chilena, no podía escarpar del trazado de su línea. Por otra parte, las personas de la sociedad, parlamentarias, diplomáticas y demás autoridades, pasajeros en este primer viaje, animaban a la ciudadanía a subirse a sus carros. Pocos se atrevieron, solo los más valientes.
Antes de la construcción del ferrocarril, San Francisco de Limache era más que un espacio urbano un espacio natural poco a poco invadido por una economía colonial y hacendal. En este sentido, su integración comercial y su fundación urbana se desarrollan en gran parte de manera paralela.
En sus comienzos Limache tuvo actividades económicas ligadas a la tierra como la agricultura, la minería y la ganadería. Actualmente al caminar por las calles de Limache se puede apreciar una gran cantidad de negocios unos nuevos y otros con muchos años de antigüedad y con una gran historia que contar acerca de sus comienzos en Limache.
Limache se desarrolla a partir de la obra de José Tomás Urmeneta, el más acaudalado minero, industrial y empresario de mediados del siglo pasado, que compró estas tierras hacia 1860 y construyó grandes obras de canalización y regadío.
La ciudad esta ordenada en torno a una calle central, llamada Avenida Urmeneta en San Francisco, la cual tiene por ambos costados, enormes y frondosos plátanos orientales que se entrelazan en su parte superior formando un precioso arco de luz y sombras. Posee bellas casas-quintas del siglo pasado y de principios de siglo, que cariñosamente conservadas muestran sus espaciosas salas, amplios patios y jardines donde abundan palmeras de distintas especies.
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